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Idiota

por | Dic 3, 2024 | ARTÍCULOS

Es común hoy en día escuchar en calles, palacios y hasta en conventos la palabra idiota, se le dispensa a diestra y siniestra; se le atribuye insensateces o locuras -y en el caso de ciertos reyes, taras genéticas- es incluso famosa en la pluma de escritores, Sartre la usa para su autobiografía, Camus y Sábato la desarrollan de forma poética en sus escritos, y hasta el Magnus Cervantes la usa para ridiculizar a su ya vilipendiado Quijote.

 La palabra que con tanto recelo ha tomado la inspiración de occidente y según Foucault ha sido conquistada, con justa razón, por manicomios y psicoanalistas, tiene un origen un tanto más político. Se remonta a los antiguos griegos; que tenían la sana costumbre de considerar lo político, es decir lo propio de la Polis como centro y fin de todo su saber; costumbre que dos mil años de religión institucionalizada aparentemente atrofiaron.

Designaban Ĩδιος (Ídios): lo propio, lo individual, ideas cerradas sin apertura o discusión; que al conjugarse se convertía en  Ιδιοτοις (Idiotois), llamaban con este nombre a todo aquel que desistiera de discutir o hablar de lo público en la asamblea o en el ágora- mercado o área común de la ciudad- en contraposición a este existía el Πολιτοις (Politois): literalmente el que participa de lo común y de su discusión o ciudadano.  No en vano Platón justifica la expulsión de los poetas de su ciudad perfecta por considerarlos Ιδιοτοις es decir imitadores de ideas, pues sus ideas no surgían propiamente de la dialéctica sino del “imperio de su Ĩδιος”.
 
 El lector no debe caer en la rápida y perezosa opinión binaria de “bueno o malo”, ni la idea de Platón de expulsar a los poetas por su “idiotez” tuvo tanta acogida en el mundo heleno, tampoco entre las propias escuelas filosóficas fue la norma el participar en lo público, basta recordar a la escuela Cínica por nombrar un ejemplo.

 Lo que sí es seguro es que la teoría de lo político  en el pensamiento griego y  luego la teoría del derecho romano pondrían sobre su centro, oscilando de manera muy cercana estas dos categorías.

Actualmente,  la política parece oscilar más hacia la idiotez, es decir, determinada por el beneficio de una clase o de algún eslogan y lo común, a saber la formulación de diálogo y de “polémica” está totalmente  frenado, esto hace pensar que nuestro mundo terminara con lo común y se convertirá en el “imperio de la idiotez” y convirtiendo a ese servidor público tan necesario que es el político en un funcionario de la idiotez, en narcotraficante o en bachaquero de gasolina.

No cabe duda que volver a la polis a lo común es la única salvación, volver con conciencia colectiva de clase, con movilización y combate. Hay que volver a lo radical de las raíces y dejarse de idioteces.

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