La propuesta de un CÓDIGO CIVIL Y CRIMINAL significaba cierta influencia Benthamista, cuya idea legislativa tenía como centro la existencia de esos dos Códigos.
Parece poco probable que proyectar códigos respondiese, en los hombres del Congreso de 1811, al deseo de imitar a Napoleón, cuyo prestigio en Caracas, en esos momentos, era negativo.
Como parte del debate político, perfectamente explicable por las circunstancias del momento, LA GACETA DE CARACAS, en cuya orientación Roscio, tenía marcado influjo, comenzó a transcribir, el 26 de abril de 1811, un artículo sobre la Libertad de Prensa, tomado del número IX del mencionado diario EL ESPAÑOL.
El autor de ese artículo, el propio Blanco White, escribe que para redactarlo había manejado «los manuscritos de un hombre bien conocido en toda Europa por haber dedicado enteramente una larga vida al examen filosófico de los principios de las leyes, con más ardor que otro ninguno y por los pasos notables que ha hecho dar hacia su existencia a la más importante de todas las ciencias quiero decir a la Legislación.
No dudo que los lectores comprenderán de antemano que los artículos examinados por mí son los de Mister Bentham».
Cuatro días después LA GACETA publicó en su última página, bajo el título «LIBERTAD DE LA IMPRENTA» una larga nota que dice estar tomada de BENTHAM LEGISLACIÓN.
Ahora bien ¿de dónde salió esa nota?
Una cuidadosa investigación demuestra que lo publicado en LA GACETA era la Sección VIII del Capítulo 21 del Tercer Tomo del ya citado PRINCIPES DE LÉGISLATION editado por Esteban Dumont, como extracto de los manuscritos de Bentham.
La publicación de ese Capítulo en LA GACETA indica que el libro de Bentham, en francés, estaba en Caracas y que, al publicarse en LA GACETA el texto de Blanco White, que aludía a Bentham, pareció oportuno incluir, también en LA GACETA, lo que el propio Bentham, había escrito en su libro sobre el tema.
Alguien tenía el libro en Caracas e hizo llegar parte de su texto a LA GACETA.
Ese «alguien» tuvo, necesariamente, que ser Bolívar, quien según acabamos de explicar no solamente lo había estudiado «suficientemente» sino que había entregado a Roscio, el periódico EL ESPAÑOL alusivo a Bentham.
En los registros de los libros disponibles en Caracas aparece que la obra no era conocida salvo un posible ejemplar en manos de Bolívar.
La otra persona que pudo haberlo tenido en Caracas era Miranda, pero dada su tensa relación de entonces con Roscio, a la cual ya aludimos, es poco probable que de haber sido tenedor del libro hubiese dispuesto de influencia para su publicación en LA GACETA.
No puede tenerse duda alguna acerca de que Bolívar, entre 1802 y 1810, conoció, leyó y estudió el Tratado de Bentham.
Ello explica por qué en EL DISCURSO DE ANGOSTURA hay conceptos que, con toda evidencia, están inspirados en dicha obra.
Tal relación no es difícil de conocer.
La primera es la coincidencia de criterios en cuanto a la imposibilidad o tremenda dificultad de llevar a un país las leyes de otro.
Lo dice Montesquieu, lo enseña Filangieri, lo previene Bentham, cuando advierte todos los inconvenientes que se derivan del «trasplante de leyes» y lo acepta Bolívar, cuando explica las razones por las cuales es UNA GRAN CASUALIDAD QUE LAS LEYES DE UNA NACIÓN PUEDAN CONVENIR A OTRA.
Igual sucede con las consideraciones que ambos hacen sobre la relación entre la legislación de cada pueblo y las condiciones físicas de un país, su clima, la calidad de su terreno, su situación, extensión y género de vida.
Preocuparon a Bentham y a Bolívar, las dificultades prácticas que suscita cualquier intento de aplicar sin modalidades el principio de la igualdad de todos.
Para Bolívar, el «SISTEMA DE GOBIERNO MÁS PERFECTO ES AQUEL QUE PRODUCE MAYOR SUMA DE FELICIDAD POSIBLE, MAYOR SUMA DE SEGURIDAD SOCIAL Y MAYOR SUMA DE ESTABILIDAD POLÍTICA».
Para Bentham, el objeto de la legislación y de la moral es dirigir las acciones de los hombres para que PRODUZCAN LA MAYOR SUMA DE FELICIDAD.
Y sin poder irla estableciendo, palabra a palabra, se observa que va siendo paralela la relación entre lo que expresa Bentham y las ideas del discurso y del proyecto de
Constitución sobre la conducta de cada persona en relación a los demás tanto para abstenerse de disminuir su felicidad como de trabajar por aumentarla.
Lejos de ser una muestra negativa, es señal de sabiduría el aprovechar, para la dirección del Estado, las ideas correctas de los sabios y ESTUDIAR EN ELLAS EL MÉTODO DE HACER EL BIEN Y APRENDER LA VERDAD, ÚNICAS VENTAJAS QUE LA PROVIDENCIA NOS HA CONCEDIDO EN ESTA TIERRA Y QUE USTED HA DESENVUELTO MARAVILLOSAMENTE como el mismo Bolívar, le expresará a Bentham.
Gustó a Bolívar, el sistema de Bentham de establecer Códigos Civil y Criminal para los Estados.
Lo Decretó para el Perú, al designar una comisión encargada de redactar ese
Código «PARA EVITAR DUDAS Y CONTRADICCIONES», «que a veces ocurren en la aplicación de las leyes».
Entre los libros de Bolívar, que fueron llevados por él a Cuzco, estaban las obras de Bentham.
La lista no indica cuál de ellas pero al habérselas incluido aparece el interés de Bolívar por el autor y su obra.
Bentham, le había enviado, con carta del 13 de agosto de 1825, desde Londres, varios de sus libros, entre los cuales se encontraba su CÓDIGO CONSTITUCIONAL Y SU PROYECTO DE CODIFICACIÓN.
En esa carta, Bentham, luego de mostrarse admirado de las labores de Bolívar, le explica que está sosteniendo a sus expensas un Colegio destinado a dirigir la parte intelectual de la educación de los niños, que pone a su disposición para el envío de jóvenes que puedan aprender el método de enseñanza, cuyas características aparecen descritas en una obra que también le envía.
Luego de muchas consideraciones, espera que Bolívar, pueda ya «descansar sobre sus laureles y dedicarse exclusivamente a las artes de la paz».
Allí es donde Bentham, alude a «aquel jardín mío que usted vio».
La carta apareció en Guayaquil a fines de 1826 y sin los libros.
Bolívar, la contesta al llegar a Caracas rogándole se sirva enviarle de nuevo las obras de legislación civil y judicial, juntamente con las de educación.