Luis José Farías González, conocido como Lilo Farías, nació el 11 de febrero de 1944 en la vibrante ciudad de Barcelona, estado Anzoátegui. Su vida estuvo marcada por una pasión inquebrantable por el teatro y por un compromiso profundo con la cultura que lo rodeaba. Desde sus primeros años, se destacó en el ámbito académico, realizando sus estudios primarios en el Grupo Escolar Anzoátegui y el Grupo Escolar República de Chile. Posteriormente, su formación secundaria se realizó en instituciones prestigiosas como el Liceo Cajigal de Barcelona y el Liceo Peñalver de Ciudad Bolívar, donde vivió entre 1961 y 1964.
La inclinación artística de Lilo Farías lo llevó a inscribirse en la cátedra de teatro de la Escuela de Bellas Artes Armando Reverón. Allí estuvo bajo la tutela del profesor Luis Gálvez Monreal, un intelectual español que había encontrado refugio en Venezuela tras la guerra civil de su país. Este encuentro no solo marcó el inicio de su carrera en el teatro, sino que también forjó la base de su visión artística, que más tarde influiría en generaciones de actores y dramaturgos.
En 1966, poco después de terminar sus estudios, Lilo Farías se graduó como profesor de Historia del Teatro en la Escuela de Teatro Teófilo Leal. Este fue un paso clave en su trayectoria, pues al mismo tiempo comenzó a desempeñarse como educador, compartiendo su amor por el arte dramático con estudiantes de diversas edades. Desde 1969, se dedicó a impartir Talleres de Formación y Actualización Teatral en el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (Inciba), donde muchos jóvenes talentosos encontraron su camino gracias a su orientación y apoyo.
Lilo Farías también tuvo un papel crucial como director de la Escuela de Teatro Teófilo Leal durante su tiempo en Barcelona. Como docente y activista del teatro, promovió el desarrollo de esta forma de arte en el país, convirtiéndose en una figura de referencia en la comunidad teatral venezolana. En 1970, su carrera dio un giro emocionante cuando ingresó a la Compañía Nacional de Teatro, una experiencia que amplió sus horizontes y le permitió colaborar con algunos de los mejores artistas del país.
Fue en 1974 que Lilo regresó a su ciudad natal, Barcelona, donde nuevamente se unió a la Escuela de Teatro Teófilo Leal como profesor de actuación. Esta época fue especialmente fructífera, ya que se convirtió en un pilar para muchos aspirantes a actores que buscaban formarse en un entorno creativamente estimulante. Además, formó parte del afamado teatro La Huella, donde se consolidó no solo como un gran educador, sino también como intérprete.
Junto a su amigo Kiddio España y otros entusiastas del teatro, Lilo Farías fundó el Teatro Estable de Barcelona, que se convirtió en un referente cultural en la región, creando un espacio donde el talento local pudiera florecer. Su amistad y colaboración con Kiddio no se limitaron a esta iniciativa; juntos también organizaron el Festival de Teatro de Oriente (FITO), un evento que reunió a grupos teatrales regionales, nacionales e internacionales en la misma Barcelona, lo que ayudó a solidificar la reputación de la ciudad como un centro de actividad teatral.
En cuanto a su legado literario, Lilo Farías dejó detrás una rica colección de obras escritas y montadas. Se destacan cuentos como «Juan Bimba», «Pueblo nuestro de cada día» y «La super secretaria», que reflejan su aguda observación social y su habilidad para capturar la esencia de la vida cotidiana en Venezuela. Cada una de estas narrativas ofrece un vistazo profundo a la cultura y el espíritu del pueblo venezolano, haciendo eco de sus luchas y triunfos.
No menos importante fue su participación en el cine. En 1979, Lilo coprotagonizó el largometraje «Manuel», dirigido por Alfredo Anzola. Filmado entre Píritu y Puerto Píritu, su interpretación de Chuo Gíl se convirtió en un hito en su carrera, junto a grandes actores como Asdrúbal Meléndez, Julio Mota y Víctor Cuica. Este proyecto cinematográfico no solo enriqueció su filmografía, sino que también llevó la rica narrativa del teatro al mundo del cine.
Lilo Farías fue un amigo entrañable por su excelente desempeño como músico, locutor y docente. Recordemos sus tiempos como locutor en Radio Barcelona.
La energía y la dedicación de Lilo Farías hacia el teatro y la formación de nuevas generaciones son aspectos que siempre serán recordados por quienes tuvieron el placer de conocerlo y aprender de él. Su importancia en la escena cultural de Venezuela es indiscutible y tiene una influencia que perdura en la comunidad teatral hasta hoy.
Lamentablemente, el 23 de agosto de 2014, el mundo del teatro perdió a uno de sus más grandes exponentes. La muerte de Lilo Farías se sintió como una profunda pérdida para todos aquellos que compartieron su pasión y admiración por el arte. Sin embargo, su legado continúa vivo en las obras que escribió, en los talleres que dirigió y en los corazones de todos los que fueron inspirados por su vida y su trabajo. Luis José Farías González no solo fue un pionero en el ámbito teatral en Venezuela, sino que también será recordado como un maestro, un amigo entrañable y un ferviente defensor de la cultura. Su vida y obra son un testimonio del poder del teatro para cambiar vidas y para conectar a las personas a través de historias que resuenan en el alma. Sin duda, Lilo Farías dejó una huella imborrable en la historia del teatro venezolano. Logró constituir una familia de valores sólidos junto a Florangel Cova